La drogadicción debe ser considerada a todos los efectos como una enfermedad crónica. Esta afirmación no es ya sólo una iniciativa de política sanitaria o un diagnóstico avalado por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría, sino una sentencia científica. La acumulación de investigaciones sobre la biología de la adicción ha ratificado que el uso prolongado de drogas causa alteraciones cerebrales y cognitivas duraderas y que, por tanto, la drogadicción debe ser abordada como una enfermedad, con las mismas estrategias que la diabetes, el asma o cualquier otra patología crónica.
Una de las conclusiones más relevantes de las recientes investigaciones es que todas las sustancias adictivas, desde el tabaco a la heroína, pasando por la cocaína, el alcohol, la marihuana y las anfetaminas, activan los mismos circuitos cerebrales. Y ahí parece estar la clave del conocimiento y el tratamiento de las adicciones. "La dependencia a las distintas drogas, aunque se manifiesta con comportamientos diferentes, tiene mecanismos biológicos comunes que nos explican muy bien qué sucede en el cerebro", apunta el farmacólogo Jordi Camí, coautor junto con el también farmacólogo Magí Farré de una larga revisión científica sobre la drogadicción que se publica en el último número de The New England Journal of Medicine, la revista médica más citada en todo el mundo.
a identificación de las bases neuronales de la adicción ha sido uno de los grandes avances. "La exposición prolongada a las drogas de abuso produce efectos en los circuitos cognitivos y de recompensa", escriben Camí y Farré en su trabajo, sustentado en un centenar de estudios y artículos recientes. "Por esta razón", añaden, "la adicción debería ser considerada una enfermedad médica crónica".
El uso continuado de drogas causa cambios adaptativos en el cerebro que explican la tolerancia (necesidad creciente de una dosis mayor para conseguir el mismo efecto), la dependencia física, el consumo compulsivo, la activación de los mecanismos cerebrales de recompensa, la necesidad irresistible de la droga y otras características de las adicciones, cuyas bases biológicas empiezan a ser bien comprendidas.
¿Por qué algunas personas se hacen adictas? ¿Por qué tantos millones de personas en el mundo, a pesar de conocer sus efectos negativos, continúan fumando, bebiendo en exceso o consumiendo drogas? ¿Cómo se produce esta relación de servidumbre involuntaria con las sustancias adictivas? La respuesta está en el cerebro: todas las drogas estimulan los mecanismos relacionados con el refuerzo positivo (facilita las conductas que llevan a sensaciones agradables, como la euforia) y algunas además reducen o eliminan las sensaciones desagradables.